1.- Hacer conciencia en la Iglesia en lo relativo a evitar entre los hijos de Dios divisiones; sino lograr la unidad de propósitos que contribuyan a hacer que el Ministerio de Jesús en la tierra, se fortalezca como nos dice 1 Corintios 1:10: “habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer”.
2.- Lograr, en el nivel físico, que se produzca en la Iglesia un mismo sentir, como nos hablan los versos siguientes: “Y cuando se acabe la dispersión del poder del pueblo santo, todas estas cosas serán cumplidas”. Daniel 12:7. El otro dice: “Pero el Dios de la paciencia y de la consolación os dé entre vosotros un mismo sentir según Cristo Jesús, para que unánimes, a una voz, glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.” Romanos 15:5-6
3.- Lograr, en el nivel espiritual, que se obtenga entre nosotros, la unidad perfecta del Padre y del Hijo, como nos dice Juan 17:20-25: “Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado. Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo. Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste”. Juan 17:20-25